Los humedales son zonas en donde el agua es el principal factor que controla el ambiente, así como la vegetación y la fauna asociada. En general, tienen suelos inundados o saturados de agua, aunque hay casos donde en temporadas del año o a lo largo de varios años, pueden estar secos por la falta de lluvia o porque han sido modificados por la actividad humana.
La Ley de Aguas Nacionales define a los humedales como zonas de transición entre los sistemas acuáticos y terrestres que constituyen áreas de inundación temporal o permanente, sujetas o no a la influencia de mareas, como pantanos, ciénegas y marismas, cuyos límites los constituyen el tipo de vegetación hidrófila de presencia permanente o estacional, las áreas en donde el suelo es predominantemente hídrico; y las áreas lacustres o de suelos permanentemente húmedos por la descarga natural de acuíferos.
Por otra parte, la Convención Ramsar hace uso de una definición más amplia ya que además de considerar a pantanos, marismas, lagos, ríos, turberas, oasis, estuarios y deltas, también considera sitios artificiales como embalses y salinas y zonas marinas próximas a las costas cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros, los cuales pueden incluir a manglares y arrecifes de coral.
Identificar un humedal no es sencillo, pues entre ellos, difiere el grado inundación y su temporalidad, la salinidad, los flujos de nutrientes, las fuentes de agua, los ecosistemas en los que se ubican, así como la flora y fauna que se desarrolla en ellos.
En general, podemos diferenciar a los humedales entre continentales y costero-marinos, e incluso podemos considerar que hay continentales de origen artificial. Esta gran diversidad de humedales, está relacionada con los diferentes orígenes del agua que los caracteriza: se estima que en México tenemos una red hidrográfica de 633 mil kilómetros de longitud, 70 lagos que suman 3,700 km² (casi el equivalente a la superficie del Estado de Tlaxcala), entre 7,000 y 8,000 cenotes, 4,462 presas o bordos de almacenamiento de agua, 653 acuíferos, casi 200 oasis y más de 11,000 km de litoral en dos océanos.
Estos sitios ofrecen importantes beneficios y servicios como el abastecimiento de agua, regulación del clima y protección contra las inundaciones, entre otros. También son áreas críticas de biodiversidad, albergando un gran número de especies amenazadas, y desempeñan un papel importante en la economía regional a través de actividades productivas, la pesca y el turismo. Estos son los servicios ambientales (conocidos como servicios ecosistémicos por los especialistas) y representan el conjunto de condiciones y procesos naturales que, de manera natural, suministran los ecosistemas, y que la sociedad puede utilizar para su beneficio.
Una forma de representar la importancia de algunos de los servicios ambientales de un área, es mediante la valoración económica. Algunas de dichas valoraciones que han sido realizadas en humedales de importancia internacional han arrojado los siguientes resultados:
- La sociedad ha asignado un valor de $6,025 millones de pesos anuales al Parque Nacional Cabo Pulmo (Baja California Sur), que recibe más de 8 mil visitantes anuales, que derraman $106 millones de pesos. El valor de las 932 toneladas de productos pesqueros que son aprovechados en las inmediaciones del parque es de $22.4 millones de pesos anuales.
- Tanto el Parque Nacional Cozumel, como el Área de Protección de Flora y Fauna Isla de Cozumel (Quintana Roo), disminuyen la vulnerabilidad del 65% de la Población de la Isla a inundaciones, tormentas y huracanes, beneficios equivalentes a $596 millones de pesos anuales, mientras que el valor de tener un arrecife conservado que atrae a 1.8 millones de turistas por año, es de $5,493 millones de pesos, adicionalmente, las 3,654 hectáreas de manglares en ambas áreas protegidas es de $82.4 millones de pesos por año.
- En Marismas Nacionales (Nayarit y Sinaloa), el 77% de la producción pesquera se basa principalmente en camarón, cuya producción está en valorada en $5.7 millones de dólares por año.
A pesar de la importancia económica, ecológica y cultural de los humedales, así como de los grandes servicios ambientales que proveen a la sociedad, estos ecosistemas se enfrentan a una gran variedad de factores de presión que generan cambios a sus características ecológicas. En una investigación publicada en el año 2011, se estimó que el 62% de los humedales del país se han perdido, siendo los estados de Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, los estados con las mayores tasas de desaparición estimada de humedales en el país. Esto equivale a casi 10 millones de hectáreas de humedales perdidas en un periodo de 30 a 40 años.